“Dame tu mano
toma las mías”
Laura y la Eucaristía
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Laura con la Eucaristía
Los
encuentro de educadores
y educandos en la misión de Junín de los Andes, era
especialmente cerca del altar. Especialmente
para los educadores la Eucaristía era el valor que no podía faltar, el misterio de la fe, el Centro de
la casa. Con
toda naturalidad el clima de lo sagrado convocaba a los educadores
de la misión. Se
compartía la Eucaristía todas las mañanitas, los salesianos y las
hermanas, junto con las niñas y los niños. Hasta
en las grandes inundaciones de 1899,
subraya la crónica del tiempo, se siguió celebrando
en la casa donde se refugiaban. Laurita
vivió intensamente el clima Eucarístico de la Misión. El amor de
Laura hacia Jesús sacramentado, se notaba en las frecuentes visitas que
hacía y en los largos ratos que pasaba en su compañía. Laurita tenía 10 años cuando le pidió a la Hna Ángela que la preparara para recibir la Primera comunión. Y aunque era muy pequeña, ella insistió hasta que se lo concedió |
Dos personas ayudaron
especialmente a Laura para recibir bien a Jesús. La primera fue don
Augusto Crestanello, su guía espiritual, y confesor. La segunda fue la
hermana Ana María, su catequista, quien hacía comprender a las niñas que recibir a Jesús era un acontecimiento que exigía
no sólo saber la teoría del catecismo, sino, sobre todo, practicar lo
que se decía y se rezaba. Dice don Augusto: Laura, a
partir del día que supo que iba a recibir la Comunión, se
propuso poner especial atención a su conducta, ejercitarse en los
valores y en conocer todo
lo que ya preparara mejor. Le gustaba sobre todo
ejercitarse en vivir continuamente en la presencia de Dios, y
para ello se valía de frecuentes frases sobre el amor que Jesús nos
muestra en la Eucaristía.
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El
día anterior a la Primera Comunión llegó su madre
Mercedes a Junín para estar con su hija. Cuando se encontró
Laura con ella, después de haberse confesado, dijo emocionada a su
madre: Mamá, mañana haré mi
Primera Comunión. Perdóname los disgustos que te he dado; desde ahora
quiero ser tu alegría. Se lo pediré a Jesús mañana. Rezaré también
mucho por ti. Por fin llegó el día soñado
y Laura se encaminó hacia la Iglesia para recibir a Jesús en su
corazón. Iba vestida de blanco, coronada de flores y radiante el rostro
de alegría. Después de recibir la Comunión de manos de don Augusto
quedó, escribe éste, arrodillada, con la cabeza inclinada, y en
profundo diálogo con Jesús. Laurita afirmaba ¡Qué hermosos
momentos! Unida a Jesús le hablé de todos y pedí gracias y favores
para todos. Sin duda que en primer
lugar Laura pediría por su madre, estaba allí, con ella, pero no había
confesado ni comulgado En el diálogo con Jesús,
Laura también le presentó los propósitos que había formulado por
escrito en los días anteriores eran algo que se
acostumbraba a hacer para significar el cambio de vida que suponía
participar más de lleno en la vida de la Iglesia y de la comunidad
cristiana. Laura, aconsejada por la hermana Ana María, se inspiró en
Domingo Savio y escribió: 1. Dios mío, quiero
amarte y servirte toda mi vida: por eso te doy mi alma, mi corazón,
todo mi ser. 2. Quiero morir antes
que ofenderte con el pecado: por eso desde hoy me alejaré de
todo lo que me
pudiera apartar de Vos. 3.
Propongo hacer cuanto sepa y pueda para que seas conocido y amado, y
reparar las ofensas que recibis todos los
días departe de los hombres, particularmente de las personas de
mi familia. ¡Dios mío, dadme una vida de amor,
de sacrificio!
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Laura no pide nada para ella y se propone, nada menos, que amar, servir, y evangelizar con toda su vida para conseguir todo eso. Laura hubiera querido que también sus compañeritas vivieran
intensamente la presencia de Jesús en la Comunión, de aquí
que se hiciera apóstol anunciando lo hermoso que era recibir a Jesús. La
Eucaristía es misterio de humildad, de escondimiento, de debilidad, el
misterio de Dios que se confía a las manos de las personas humanas,
misterio de la fe que la Iglesia recibe no como un don, sino como el DON
por excelencia porque es el don que Jesús hace de sí mismo, de su
persona, de su humanidad, de su salvación. Jesús dijo a sus discípulos
en la última cena: “hagan esto en memoria mía” (1 Cor.
11,24) Laura
Vicuña nos enseña a responder con
nuestra misma vida a esta exclamación. A
los educadores: La
Eucaristía es el centro de
la casa salesiana, el valor por excelencia. A
las niñas y a los niños: Tu
primera comunión es un regalo que Jesús, te hace para siempre A
las jóvenes y los jóvenes: Reaviva
tu primera comunión, Jesús sea el centro de tu corazón. A
las y los catequistas Dar a conocer a Jesús es un don.
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Oración Padre
de inmensa ternura, que
en la adolescente Laura Vicuña, por
medio de la Eucaristía, uniste
de modo admirable, la
fortaleza de espíritu, y
la transparencia de los pequeños. Concédenos
por su intercesión... Descubrirte
vivo y presente en el pan compartido. Tener
la valentía para superar las dificultades de la vida, fuerza
y constancia para vivir cotidianamente la Palabra. Y
así dar testimonio en el mundo, de
las Bienaventuranzas de los limpios de corazón. Por
Jesucristo, nuestro Señor. Amén
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